viernes, 25 de marzo de 2011

Nosomostanraros: autobús con Gracia





21 de marzo de 2011-Día Mundial de la Poesía
Perfo-recital iPOD- Gracia Iglesias
Elche (Nosomostanraros)

El pasado 21 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Poesía. La ciudad de Elche, inmersa aún en el festival Nosomostanraros, acogió varios perfo-recitales a lo largo de la jornada.

Los dos primeros tuvieron como conductora a la escritora Gracia Iglesias. La poeta actuó a mediodía en la Plaça de Baix (junto al Ayuntamiento) con su espectáculo "Soy feliz". Por la tarde arrancó su segunda performance: un recorrido en uno de los autobuses de la línea G aderezado con poemas propios o de otros autores como Gloria Fuertes. Con un buen puñado de versos colgando de su ropa, Iglesias asumió el papel de un "dispositivo de poesía a bordo", e invitó a los viajeros a escoger los poemas que interpretaría a continuación.

La actuación entusiasmó tanto a adultos como a niños, e incluso despertó la espontaneidad de algún viajero que se decidió también a recitar. Un intento por salpicar de arte un trayecto que podría haber sido monótono y aburrido. Una demostración de cómo la poesía puede integrarse en lo cotidiano, en lo de todos los días, mientras el autobús da una vuelta completa alrededor de la ciudad.

domingo, 20 de marzo de 2011

Sentados en el bordillo con...Donyet Ardit (2)



Fragmento del cortometraje Don y Yet


-¿Pensáis que existe alguna diferencia entre el público de circo que asiste a espectáculos en teatros o carpas y que luego puede sentirse molesta si hay gente actuando en la calle? ¿Pensáis que se da esta contradicción?
G.F: Creo que sí, pero para mí no es tanto algo de sentirse incómodo como de falta de tradición. Hay otras ciudades en las que sí hay más tradición y la gente sabe diferenciar una persona que está haciendo un espectáculo de circo en la calle. Creo que aquí lo que falta es esa tradición y ese conocimiento de que existe una rama del circo que son espectáculos de calle, que se preparan premeditadamente para calle. Si se empezara a hacer, igual que poco a poco nosotros hemos conseguido crear un público de circo, la gente tomaría esa conciencia de que existe circo de calle y es una rama más.
A.P: Hay que distinguir que no estamos pidiendo dinero. Podríamos estar haciéndolo en un teatro, pero lo hacemos en la calle para que no tengas que pagar una entrada, para traerlo donde tú estás y para que, si quieres quedarte, te quedes, porque nadie está obligado a pararse a ver un espectáculo. Pero esto no es mendicidad. No entiendo por qué dentro de un teatro se valora y se paga, y fuera no se considera igual. Además, el circo de calle es participativo, involucra al espectador o, al menos, intenta que juegue, que participe, que se ría… En el teatro, en cambio, es como si hubiera una barrera entre el escenario y el espectador. Pero, como dice Guillem, creo que es una cuestión de costumbre. Hay ciudades en las que la gente está más acostumbrada. De hecho, en España existen festivales de espectáculos de calle que se llenan de gente que va a verlos. En Elche tenemos un festival y la gente disfruta muchísimo con él. Pero parece que, si está dentro de un festival, está bien, pero si lo haces tú por tu cuenta, no es lo mismo.

-Hace dos años que organizáis, en colaboración con la Universidad de Alicante, una Gala de malabares y circo. ¿Cómo surge esta idea? ¿Qué objetivos tiene?
A. P: Las Galas vienen a raíz de las Convenciones de circo que organizamos. Hemos hecho seis Convenciones, y el plato fuerte en ellas es una Gala de artistas profesionales que vienen para actuar. Hemos tenido la suerte de que nos cedieran el Paraninfo de la Universidad de Alicante, que es un teatrazo. La idea es que, si no cuentan con nosotros en la programación…pues vamos a organizarlo nosotros. Queremos actuar, queremos que la gente vea circo…y siempre hemos tenido muy buena acogida. Dentro del encuentro, han venido 750 personas al Paraninfo a vernos. Pero cuando hemos hecho una gala sin el respaldo de la Convención, han venido 500 personas, así que estamos muy contentos con eso. Lo que pasa es que también nos toca organizarlo a nosotros todo: pedir el permiso, al mismo tiempo actuar y montar nuestro espectáculo, buscar a los técnicos… Por amor al arte, claro, no ganas nada de dinero. Al contrario: a veces pierdes…y es muchísimo trabajo, entonces no podemos hacer todas las galas que nos gustarían.

-En colaboración con José Abellán, rodasteis el corto Don y Yet. ¿Cómo ha sido la difusión del corto? ¿Creéis que ha animado a más gente a unirse a Donyet?
A. P: Creo que cuando hicimos el corto ya se nos conocía, pero también que parte del público que nos conocía no nos había visto o no había tenido más relación con nosotros. Estuvimos muy cercanos a la gente con la que trabajábamos en producción, guión…y a raíz de eso se ha creado más vínculo. No sé si ha contribuido a darnos a conocer, pero sí a unirnos a más gente.

-En el corto se os describe como aéreos, artefactos y lanzacosas. ¿Cuántos hay en Donyet? ¿A qué se dedica cada uno?
G.F: Ésa es una nomenclatura que José Abellán adaptó para el corto. En el argot de circo, en realidad son equilibrios, acrobacias y malabares. Prácticamente todos tenemos un poco de malabaristas, porque es con lo que se suele empezar, pero luego cada uno se acerca a una cosa: acrobacias, rueda alemana, música… Pero la gran mayoría somos malabaristas.
Yus Devesa: El malabar creo que tiene la ventaja de que económicamente es muy asequible y por Internet se puede aprender. Es muy agradecido, se aprende fácilmente y en cuanto a la práctica es más sencillo que por ejemplo para la gente que le gusta la acrobacia, tanto a nivel de formación, como a nivel de espacios. Pero creo que toda esta andadura de Donyet ha permitido que haya gente que sí pueda hacer acrobacias, que sí pueda hacer cursos, completar su formación en otras ciudades… Nuestra pretensión es crecer, y quien quiera venir y conozca un arte que nosotros no controlamos, será bienvenido igualmente, aprenderemos de él, nos enseñará… Sí que es verdad que hay un grueso de gente que hacemos malabares y acrobacias, pero sería genial que viniera gente de otras disciplinas y pudiéramos alimentarnos unos de otros. Quizá las tres grandes ramas serían malabares, clown y acrobacias. Es cierto que los malabares predominan un poco porque los materiales son más accesibles, y en Alicante siempre vas a tener a alguien que te enseñe malabares, nunca te vas a ver coartado a nivel formativo porque hay gente muy buena. Sin embargo, en acrobacias tal vez tengas un parón de seis meses porque no puedes pagarte un curso fuera… Pero se nota que poco a poco vamos creciendo en número de gente y en disciplinas, y ésa es la parte bonita de Donyet.


-Ahora mismo participáis en el Festival Rock Box de Las Cigarreras, donde también impartís talleres de circo. ¿Qué enseñáis en estos cursos?
A. P: No son cursos reglados, que tengan unas horas ya fijadas… Nuestra idea es hacerlo como una jornada de puertas abiertas. Nosotros venimos aquí, traemos material y queremos que todo el que quiera se acerque y se hagan grupos para ir enseñando. La primera jornada que hicimos tuvo bastante aceptación, vino mucha gente, y ahora tenemos un grupo que desde entonces viene todos los viernes al Centro 14 a seguir aprendiendo.

Además de las jornadas de puertas abiertas en Las Cigarreras, el último sábado de cada mes, Donyet Ardit se reúne todos los viernes a partir de las 19 hrs. en el Centro 14, invitando a unirse a los ensayos a todo aquel que venga con ganas de circo. ¡Pasen y vean!

Sentados en el bordillo con...Donyet Ardit (1)


Artistas de Donyet Ardit saludan al público
al terminar el espectáculo
del pasado día 12 de marzo
en Las Cigarreras



Para muchos artistas, la calle es un escenario más. Un medio que tiene unas exigencias determinadas, pero que permite un contacto más cercano con el público. Pero cuando un artista se dedica a una disciplina marginada por las instituciones, que no suele tener cabida en los teatros, que no recibe ayudas y de la que se aprende casi de forma autodidacta…la calle se vuelve esencial.

Desde hace catorce años, la asociación Donyet Ardit trabaja para difundir las artes circenses en Alicante, y llevarlas de la calle a las salas. Han organizado galas, convenciones, festivales…e incluso han rodado un cortometraje. Todo para crear en los alicantinos una cierta cultura de espectadores de circo. Los artistas Andrea Pérez, Guillem Fluixà y Yus Devesa forman parte de esa banda de portadores de magia. El circo les entusiasma y les ilusiona, pero también son conscientes de las limitaciones que hoy por hoy tiene esta disciplina artística.


-¿Cómo, y por qué aparece la idea de crear una asociación de artistas circenses en Alicante?
Andrea Pérez: La asociación la fundaron un grupo de chicos que lo único que querían era conseguir un espacio y crear un punto de reunión porque les gustaban los malabares. Poco a poco se fue metiendo gente, ha ido cambiando la junta directiva, y hace unos años que nos hemos quedado nosotros. La asociación nació hace catorce años, y nosotros llevaremos unos siete.

-¿Por qué os atraen las artes circenses frente a otro tipo de arte?
Guillem Fluixà: Cada uno tiene sus motivaciones. En mi caso, de pequeño vinieron al colegio, hicieron un taller, me gustó…me quedé un poco atrapado con sólo tres bolas…Pero ésa era la función de Donyet: cuando fui a la asociación y vi que había gente que te dejaba material, un espacio para entrenar y te enseñaba, decidí quedarme.

-¿Creéis que en Alicante se respetan suficientemente las artes circenses, tanto por parte del Ayuntamiento y las instituciones, como por parte del público?
A.P: Creo que Donyet Ardit sí tiene reconocimiento, muchísima gente conoce a los malabaristas de Alicante, hemos organizado muchos eventos, convenciones, galas… Pero creo que el circo en general no tiene respeto ni reconocimiento, nunca se la considera como otra de las artes escénicas. Siempre se la tiene como algo aparte: no se programa circo en teatros, incluso las salas no están adecuadas para poder hacer espectáculos de circo. Nuestra función también es intentar que el circo vaya siendo poco a poco algo “normal”, como danza, teatro o cualquier espectáculo más.

-Entonces, ¿pensáis que las artes circenses están infravaloradas con respecto a otras disciplinas como el teatro, la danza, la literatura…?
A.P: Sí: no tenemos escuela, no hay una formación reglada, no se reconoce como arte escénico… De hecho, las pocas ayudas y subvenciones que hay del Estado y de la Generalitat están metidas dentro de las de teatro, no tenemos nosotros unas ayudas específicas de circo.

-¿Cuáles son las principales necesidades que creéis que tienen los grupos de artistas de circo: formación, ayudas…?
A.P: Yo creo que es importante que la formación sea reglada, porque sí se conseguiría formalizarlo un poco de cara a la sociedad: ver que una persona puede estudiar circo y considerarse exactamente igual que un bailarín, un músico o un actor. Creo que eso sería positivo para que la gente lo fuese viendo como algo normal. También si hubiese programación estable en los teatros dedicada al circo, la gente se acostumbraría a verlo. De hecho, creo que a la gente le gusta el circo, porque a nosotros siempre nos viene a ver mucha gente, y todo el mundo conoce el Circo del Sol y disfruta con él.

jueves, 17 de marzo de 2011

Una postal desde...Norwich


Royal Arcade, Norwich (Norfolk, Inglaterra)
Febrero 2011- (Foto de Paula Carratalá)

Aún en una ciudad gris, en un día gris y lluvioso, en un invierno gris y lluvioso... la vida sigue estando en la calle. El Royal Arcade es una galería comercial en uno de los puntos más céntricos de la ciudad, que comunica la plaza del mercado con el acceso al castillo. La galería en sí ya es toda una obra de arte, aprovechando la estructura de un antiguo hotel modernista. Pastelerías de cuento, tiendas de juguetes o librerías conviven junto a boutiques y cafeterías bajo la claraboya del Arcade. Hasta sus escaparates de madera y cristal parecen invitar a la fantasía y tener cierta intención estética. Y, en ambos extremos de la galería, músicos de calle, mimos y otros artistas contribuyen a revitalizar el centro histórico de Norwich.

martes, 8 de marzo de 2011

Nosomostanraros o lo extraño de la poesía de calle




El mes de marzo es el mes de la poesía. Al menos, para la ciudad de Elche, que desde hace tres años organiza el festival de poesía Nosomostanraros. ¿Raros? Lo extraño, lo excéntrico, lo peculiar de este festival es que consigue sacar los versos a pasear por las aceras, gracias a un cuidado programa de actuaciones de calle.

La poesía, ese género que parece estar al alcance de sólo unos pocos privilegiados que alcanzan a entenderla, se acerca a la gente de a pie. Salta a escenarios improvisados y cotidianos: un mercado, una plaza, una librería, un huerto de palmeras, una tetería y hasta un autobús. Y a nadie le resulta ya tan raro.

Tal vez sea que los tiempos están cambiando, y ahora los poemas no se leen en recitales, sino que se interpretan en actuaciones. Las llamadas performances mezclan la lírica con otras artes, como el teatro, la danza, la fotografía o el cine. Un verso ya no es sólo texto, sino que ahora tiene tres dimensiones. Por eso necesita espacios nuevos: para seguir expandiéndose.

Un idea que han captado eventos como Perfopoesía -el Festival Internacional de Poesía de Sevilla- o Las Noches del Cangrejo, conducidas por el poeta Antonio García Villarán, responsable de la editorial Cangrejo Pistolero. Villarán visitará Elche acompañado por el cantautor Luis Eduardo Aute, con quien actuará el próximo 26 de marzo en La Lotja.

Será uno de los platos fuertes del menú que tiene preparado Nosomostanraros en su tercera edición. Para ir abriendo boca, el próximo jueves actuará la poetisa sevillana Siracusa Bravo Guerrero en Artería Café. Como fin de la velada, ofecerán un concierto Primitones, un grupo que emplea juguetes sonoros para crear música. No, no son tan raros.

viernes, 4 de marzo de 2011

Sentados en el bordillo con...Hugo Rodrigo

Hugo Rodrigo, en un autorretrato

El cazador cazado. El fotógrafo de calle que se coloca delante de la cámara, y no detrás. A Hugo Rodrigo su afición por la fotografía le llevó a ser retratado por uno de los artistas más polémicos del mundo: Spencer Tunick.

En 2003, Tunick viajó a Barcelona para llevar a cabo una de sus “instalaciones”, que es como llama a sus famosas imágenes en las que un amplio número de personas posan desnudas en las calles de grandes ciudades. En aquella ocasión, trataba de realizar una de las fotografías más multitudinarias realizadas hasta la fecha: en ella aparecen nada menos que 7000 personas.

Hugo Rodrigo estaba entre esos 7000. Como estudiante de fotografía, le atraía la obra de Spencer Tunick. Pero, una vez formó parte de ella, lo realmente importante fue la experiencia vivida.

P. ¿Por qué te decidiste a participar en la instalación de Spencer Tunick en Barcelona?

R. Principalmente, por el fotógrafo. He estudiado fotografía, soy aficionado y me interesaban especialmente los retratos de desnudos. Buscando por Internet, encontré las fotos de Spencer Tunick y me apunté como voluntario en su página web, para participar en alguna de sus imágenes si venía a la ciudad. Además, aparecer en la fotografía me parecía algo casi histórico, porque entonces iba a ser la más multitudinaria.

P. ¿Qué significado crees que tiene la obra de Spencer Tunick?

R. Creo que consigue extraer la belleza del cuerpo humano. Independientemente de la concepción de belleza que tenga cada uno, el cuerpo humano es perfecto tal y como es, y eso es lo que se pretende reflejar. También se transmite una sensación de igualdad, de que en el fondo no hay diferencias entre las personas porque el cuerpo es el mismo en todos.

P. ¿Crees que dentro de esa igualdad aparece la idea de homogeneidad, de que todos formamos parte de una masa sin diferencias?

R. Yo creo que las multitudes de gente de las fotos tienen un valor más estético, no implican esa pérdida de individualidad. No representan una masa con un sentido como de borregos, no se habla de la uniformidad. Se trata más bien de que el cuerpo no sea un elemento diferenciador. Que lo que nos distinga no sea nuestro cuerpo o la ropa que vestimos, sino nuestra forma de ser.

P. ¿Existía un perfil común entre las personas que participaban en la ‘instalación’?

R. Precisamente lo que me sorprendió fue que hubiese tanta diversidad. Había gente muy mayor, pero también muy joven; incluso había madres con sus bebés, o personas discapacitadas. Había algunos grupos nudistas que venían atraídos por la idea del desnudo, y de hecho habían ido desnudos hasta el lugar. Luego había otro grupo que éramos los que veníamos por el fotógrafo.

P. ¿Qué sensaciones tuviste mientras posabas desnudo con toda aquella gente? ¿Te sentiste incómodo?

R. Bueno, los primeros diez segundos son los más vergonzosos de toda tu vida. Luego, todo es muy natural, y te encuentras hablando con la gente como si estuvieras vestido. Yo fui sólo, no conocía a nadie, pero cuando todos están desnudos tienes la sensación de que todo el mundo está a la misma altura. Es algo muy relajante. Es como quitarse de encima muchas cargas, muchos complejos que puedas tener, y simplemente perder tabúes y prejuicios.

P. ¿Sientes que has participado en una obra de arte?

R. Sí, me siento integrante de una obra artística. Tengo la fotografía en la habitación, y siento cierto orgullo por haber formado parte.

P. ¿Y qué le dirías a toda esa gente que considera que la fotografía de Spencer Tunick no es arte, sino sólo provocación?

R. Creo que eso lo dicen por prejuicios. Es absurdo pensar que una fotografía, por el hecho de retratar desnudos, es menos artística que otra. Las imágenes no son sólo provocación: se busca la belleza de los cuerpos. Y, de todos modos, aunque a alguien no le guste una pieza artística, no tiene por qué dejar de considerarla como arte.

P. Tal vez las críticas vengan porque las fotografías se toman en espacios urbanos muy transitados…

R. Hay que señalar que en el caso de Barcelona el ayuntamiento dio muchas facilidades: acotando la zona, prestando espacios que sirvieran como vestuario para la gente que posaba… Claro que también les interesaba. El hecho de que Spencer Tunick hubiese elegido Barcelona para tomar sus fotografías daba mucha publicidad a la ciudad. Además, ofrecía una imagen cosmopolita, frente a otros lugares como Nueva York, donde han detenido a varios modelos de las fotos de Tunick por escándalo público. Aunque tomar fotos en ese tipo de lugares tiene mucho más mérito.

P. ¿Qué fue lo mejor y lo peor de tu experiencia?

R. Lo mejor fue perder la vergüenza estando desnudo, tener esa sensación, extraña pero muy liberadora, de dejar atrás los complejos. Es una sensación que se queda contigo. Lo peor…el frío que pasamos. La foto se tomó al amanecer, por lo que estábamos desnudos desde la madrugada y hacía bastante frío. Además, al día siguiente era laborable y yo entré a trabajar a las diez, sin haber dormido, pero muy satisfecho.

P. ¿Recuerdas alguna anécdota que te ocurriese mientras posabas?

R. Me acuerdo de una bastante curiosa. Las fotos se sacaron en Montjuic, y alrededor de donde estábamos había varios edificios para congresos, ferias, exposiciones, etc. En el tejado de uno de los edificios estaba la prensa, sacando fotos y grabando. De pronto, los que estábamos abajo posando empezamos a gritarles a los periodistas: “¡No nos mires, únete!”. Y lo curioso fue que muchos de ellos se desnudaron e hicieron su trabajo desnudos. De hecho, había mucha gente que pasaba por allí y se unía espontáneamente.

P. ¿Por qué crees que de repente les atraía la idea de desnudarse para la foto?

R. Porque es una oportunidad para deshacerse de tabúes, para liberarse del peso de la imagen que llevamos encima y que usamos para ‘protegernos’. Es como un desahogo, como cuando te sinceras con un amigo y le cuentas todo. Aunque no lo queramos, nuestra ropa alude a nuestra clase social, a una determinada tribu urbana, e incluso a una ideología. Al estar todos desnudos, nadie te juzga, y no tienes ni idea de cómo es una persona hasta que te acercas a hablar con ella.

martes, 1 de marzo de 2011

De la rayuela a la anamorfosis



-Tanto trabajo y esta noche vendrán los barrenderos y se acabó.

-Justamente ahí está lo bueno. De las tizas de colores como figura escatológica, tema de tesis. Si las barredoras municipales no acabaran con todo esto al amanecer, Tsong Tsong vendría en persona con un balde de agua. Sólo termina de veras lo que recomienza cada mañana. La gente echa monedas sin saber que la están estafando, porque en realidad estos cuadros no se han borrado nunca. Cambian de vereda o de color, pero ya están hechos en una mano, una caja de tizas, un astuto sistema de movimientos.

(Julio Cortázar: Rayuela. Capítulo 64).

Las tizas sobre la acera llegan hasta el título de una famosa novela, Rayuela, como una metáfora sobre el camino que recorremos en la vida: azaroso, de salto en salto, hasta llegar al Cielo. Para Cortázar, lo realmente bello de los trazos sobre las aceras de París es que sean efímeros, que estén expuestos a la lluvia, a las pisadas y a las escobas como cualquier otro elemento de la calle.

Para el artista británico Julian Beever, autor de los dibujos que vemos en el vídeo, "el arte no debería encerrarse en museos, bibliotecas y libros. El arte debería ser para todo el mundo, no sólo para los 'cerebritos' del arte, los historiadores y los mal llamados expertos". Tal vez sea por eso por lo que la obra de Beever se crea y se expone en plena acera, utilizando los materiales más humildes: las tizas de colores.

Pese a esta sencillez, los dibujos de Beever muestran al transeúnte mundos imposibles, irreales y fantásticos que parecen abrirse bajo sus pies. Uno puede pasear por las soleadas calles de una gran ciudad californiana, y de pronto verse al borde de una enorme grieta en el hielo. Sólo es un dibujo en unas baldosas, pero consigue crear un efecto en tres dimensiones.

Para ello, Beever recurre al procedimiento de la anamorfosis. Esta técnica consiste en representar objetos y personajes con una cierta deformación, que se elimina si se contemplan desde una perspectiva determinada. Así, si miramos los objetos desde el punto de vista adecuado, los veremos como si estuvieran en relieve. En cambio, si los miramos desde otro ángulo...simplemente veremos figuras deformadas.

Julian Beever lleva veinte años dedicándose a pintar en las aceras de grandes ciudades por todo el mundo. Sus obras le han valido el sobrenombre de "Pavement Picasso" ('el Picasso de la acera') y han llamado la atención de algunas marcas, como Coca-Cola o Sony, que han recurrido a este tipo de arte ('chalks on the sidewalks') para sus campañas publicitarias. Pero para Beever, todo su esfuerzo se ve recompensado con la foto final que toma a sus dibujos una vez los ha terminado, justo antes de que empiecen a deshacerse.